Friday, March 23, 2007

Un análisis de la tetralogía

Juan Secaira, periodista y escritor, ha tenido la bondad de escribir un artículo sobre Cronicas del Breve Reino. Le agradezco inmensamente el esfuerzo y recomiendo su blog: www.juansecaira.blogdiario.com.
Transcribo, con gratitud, el artículo mencionado:

CRONICAS DEL BREVE REINO
Por Juan Secaira
Lo más impactante del libro Crónicas del Breve Reino, del escritor ecuatoriano Santiago Páez, son los detalles; cada crónica está repleta de ellos; pequeños engranajes que construyen la obra. Desde las descripciones hasta la configuración precisa de los personajes.Siempre recuerdo que en una de sus clases en la universidad, el autor del libro, Santiago Páez, dijo que se hacen demasiadas estupideces en nombre del sentido común. Precisamente encontré una cita de Nabokov, en su Curso de literatura europea, que me parece pertinente:“El sentido común es cuadrado mientras que las visiones y valores más esenciales de la vida tienen siempre una hermosa forma circular, son tan redondos como el universo o los ojos de un niño cuando asiste por primera vez al espectáculo del circo.”Precisamente contra ese sentido común luchan los personajes, para desprenderse de lo que les atrapa, sin conseguirlo del todo.A continuación, un breve vistazo a las cuatro crónicas:
Rolando
La primera novela ha sido calificada como histórica, aunque habrá quienes discutan su falta de rigurosidad sobre los hechos, olvidando que es una creación de ficción, que se alimenta de múltiples fuentes. Un error sería leerla como un libro de historia, perdiéndose así todo el encanto de la ficción.Por otra parte, la tensión recae sobre la conducta de Rolando, quien, víctima del azar, se ve envuelto en una conspiración, primero como testigo de hechos que no entiende y luego sí como protagonista embarcado en la vorágine de la época. Además, la sombra de Alfaro crea inquietud y alarma.
Aquilino
El personaje principal, Aquilino, parte a un viaje tan utópico como peligroso; con una caravana de variopintos compañeros; cada uno guarda un secreto. En este relato se siente la presencia aplastante del amor; los dos, Aquilino y Rebeca, pese a la crudeza de su realidad o precisamente por ello, se aman de una forma especial. La relación marca el relato, por momentos lo suprime y las imágenes de pareja ganan terreno, secundadas por el terrible duelo que se convierte finalmente en una sutil burla al “dueño del pueblo” y a su hijo.
Adolfo
El tercer relato, a mi juicio, es una continuación del segundo; en él los personajes también van en busca de algo y se internan en un lugar inhóspito, seco y desolado. La sensualidad aparece con la presencia de la fotógrafa y la modelo; ambas comparten no solamente el trabajo; y entre los dos jóvenes, Adolfo y Cabanillas, inmersos en una relación de atracción y distancia al mismo tiempo, mientras sus vidas corren constante peligro. La pintura del héroe, decidido, fuerte y “masculinamente” homosexual domina la escena.
Uriel
El espacio está devastado; el tiempo pasa sin mucho sentido y las acciones se arremolinan con un único propósito: sobrevivir. Sin embargo, los personajes mantienen algo del espíritu idealista y toman sus decisiones finales marcados por una especie de amor solidario, muy diferente a la pasión del segundo relato.
De todo el libro, el personaje más relevante es Cosmo, imagen de la belleza, de lo prohibido pero hermoso, de la seducción. Personaje redondo, seguramente aparecerá en otras narraciones porque su fuerza es irresistible. Por momentos, se transforma en un ángel castigador, luego en un pequeño diablo protector; juega e inquieta a todos. Y Cosmo viaja por las cuatro novelas, igual de travieso y fecundo, con la misma vitalidad de sus ojos dorados. Junto a él, y opuesto totalmente a sus características, aparece la pareja conformada por el viejo alemán y su hija, unidos incestuosa y monstruosamente.Prácticamente las notas al margen se convierten en otro relato; con Camilo y el narrador como voces predominantes, y con referencias a otros autores y a otros libros; algunos verdaderos y otros inventados. Una de las tantas emboscadas al lector se da cuando se menciona a Roberto Bolaño como historiador de la literatura y a un colombiano, el poeta Ignacio Zubieta. En la realidad, Zubieta es un personaje de uno de los libros de Bolaño, La literatura nazi en América; libro que se compone de biografías ficticias de varios autores que existen únicamente en la imaginación de Bolaño.De ahí que la novela funcione como la unión de muchas voces, que nos remiten a otras, en un gran espiral que parece no tener fin. Y como se trata de un juego, el lector está en libertad de leer cada crónica por separado, o de principio a fin, o ignorar las notas al margen.
Las Crónicas del Breve Reino son un gran recorrido por una realidad compleja, con muchas aristas y, por tanto, muchas lecturas. En un primer camino, el viaje de las cuatro crónicas da cuenta del deterioro de un país imaginario. Un segundo camino es el que toma el Narrador, del que sabemos ciertos detalles gracias a los pies de página. Él da pistas sobre su amigo Camilo, espía y terrorista, descreído del valor de la literatura, su afán era que el narrador construyera una gran novela histórica. Sin embargo, el Narrador va labrando su propio camino y descubre su fascinación por el cómic y ciertos visos de esperanza en el futuro. “¿Se puede convertir la desolación en una alegría pequeña pero nítida y firme, como la nota de un diapasón? ¿Sabía mi amigo Camilo Deor lo que me estaba regalando al encargarme la escritura de esta historia? ¿Cómo y cuánto me ha cambiado el escribir este relato?” p. 474.Otro punto alto es la descripción de los lugares y las características de los personajes. El Quito de antaño se presenta ante nuestros ojos, con una gran precisión en el detalle. El autor ha confesado que eso fue producto de ver muchas fotografías de la época y luego, digo yo, tener la habilidad para plasmar en palabras las imágenes vistas. Es que en el libro abundan las descripciones, especialmente de un Quito que se va rompiendo ante nuestros ojos, que se destruye hasta convertirse en mera imagen de una imagen anterior.Los finales, que son abiertos, confieren a las narraciones un espíritu utópico, de débil esperanza en los que la realidad puede cambiar o tal vez no; pese a ello los personajes creen y luchan por algo: el primero actúa ante la eventualidad de la muerte de sus amigos; el segundo porque su educación le obliga a cumplir órdenes; igualmente el tercero pero con más dureza; y el último porque no tiene nada que perder; es un mercenario.El final de la cuarta crónica es poético, esa caravana única partiendo hacia lo desconocido y con el halcón de testigo, es hermosa.Hay un aspecto llamativo: el juego del tiempo en el que están narradas las cuatro novelas. Dominan los tiempos verbales de toda narración, el pretérito imperfecto y el pluscuamperfecto; sin embargo, breves segmentos están escritos en presente. Y crecen en número conforme avanza la crónica del breve reino. Este recurso es intencional y me atrevo a decir que funciona como un gancho que atrapa la atención del lector, acercándolo a escenas clave. Veamos cuales están en presente:
En Aquilino:
1.- Diálogo entre Sancristóbal y Hertzog. Págs. 188 y 189.
2.- Cuando entran el salón de baile; Cosmo se encuentra con Uribe. Págs. 197 y 198.
3.-Cuando Hertzog esculca las pertenencias de Aquilino y le roba el libro “Las Ruinas de Palmira”. P. 204.
En Adolfo
4.- Una violenta manifestación se cuenta en tiempo presente, pese a que luego se sabe que ocurrió en el pasado inmediato del relato. Esto en el inicio del capítulo dos. “El violento incidente del día anterior había interrumpido la reunión en la que debían planificar el viaje” p. 263.
5.- Tulio Olmedo ve el cuadro Aquilino salvado por su dama, pintado por Uribe. Aquilino protagonista de la primera crónica aparece aquí evocado con la prostituta que le acogió en su casa de citas. Breve pasaje del capítulo dos. P. 267.
6.- Adolfo sorprende a su madre copulando con un negro; Adolfo golpea al hombre. P. 274. Fin del capítulo dos.
7.- Zenobia siente atracción por Adolfo y se lo dice a sus hombres. P. 285.
8.- Zenobia hace el amor con Adolfo, mientras Cosmo es mudo testigo del hecho. Págs. 306, 307, 308. Cap. 5
9.- Cosmo y Zenobia dialogan sobre Adolfo. Ps. 325,326. Cap. 6.
10.- Descripción del paisaje de Palmira. P. 345. Brevísimo pasaje.
11.- Zenobia tiene en sus manos a Uriel, de bebé, y le dice “Aquí serás (…) y aquí lo dominarás todo para mí. P. 363. Breve pasaje.
En Uriel:
12.- El inicio de la cuarta aventura está en presente, prácticamente es un capítulo, en que se detalla la misión a cumplir y se conoce a sus protagonistas. P. 372 a 380. El pasaje más extenso.
13.- Uriel y Damián dan caza a un cerdo, para comérselo Págs. 391 a 393.
14.- Se ve cómo trata Esterhazy a sus niños-esclavos; dialoga con Cosmo, quien le informa que sus enemigos han muerto. Cap. 3. Págs. 422 a 424.
15.- El espectáculo teatral de Peregrín, Graciela y Pantaleón está en presente. P. 429.
16.- Esterhazy ataca a Ainoa, le lastima el ombligo. Breve pasaje. P. 440.
17.- Buitrón y Puigvalls conversan, luego de que Esterhazy ataca a Ainoa. Breve pasaje. P. 443.
18.- Esterhazy entra en la habitación donde duermen Ainoa y Uriel luego de hacer el amor; después conversa con Quincia, mientras continúan viendo a los dos jóvenes amantes, gracias a varias cámaras de TV. Cosmo también mira a los amantes. P. 454 a 457.
19.- El epílogo de la cuarta crónica también está en presente. P. 474.

Diecinueve momentos a lo largo de la novela están en tiempo presente. El cambio verbal no obedece a un orden cronológico. Prácticamente, dichas escenas resumen o sintetizan la trama.Únicamente por el detalle de la originalidad de la tetralogía, el libro merece ser leído y difundido (sin tomar en cuenta sus demás atributos). Para empezar, antes no se había intentado escribir una novela total en el país. Hay que subrayar que nuestros autores han preferido escribir cuentos o relatos cortos, y contados se han arriesgado a hacer una novela de gran aliento.En el país, no he encontrado algo parecido. Es más, solamente en los últimos años se intenta incursionar en relatos de ciencia ficción y policial; en los cuales Páez ha sido uno de los precursores.Abdón Ubidia se acercó a la ciencia ficción, pero desde el ámbito de la anécdota y posteriormente regresó a una especie de análisis del momento histórico inmediato, en su última obra La madriguera.Además, las novelas o relatos que toman referencias de momentos históricos o de autores y obras reales han aparecido con fuerza en la nueva literatura. Ahí está el ejemplo de El retorno de las moscas, de Javier Vásconez, homenaje a Eric Ambler, Grahan Greene, John Le Carré, entre otros. Paéz toma hechos de la historia del Ecuador y los convierte en literatura. En literatura de ficción; subrayo esto, pues más allá de la crítica a la sociedad ecuatoriana-que está presente en el libro- subyace la creación de un universo literario más amplio, que no se queda en la anécdota o en usar a la literatura con fines políticos, panfletarios y hasta de venganza personal. De ahí que, como todo buen libro, éste lo disfrutarán también en otros países, sin mayor problema. Ahí encuentro una gran diferencia con otros autores. De la realidad social de los 30 y 40 ni hablemos, es una etapa superada, pero desde los 80 para acá se siente una especie de nostalgia o añoranza en los relatos, a más de que se escribe con una intención moralizante o política. Indudablemente, la obra de Páez sigue otros caminos.